¿Quién osa defender lo indefendible?
Todos los pensamientos se hacen cada vez más antagónicos, al sistema actual de gobierno. A cada rato un individuo decide pensar en una alternativa diferente, que garantice o que genere un clima de esperanza auténtica. Las piernas de algunos revolucionarios están como “juajuilla en quebrá”, porque sienten que el fin de la revolución está cerca; otros prefieren aferrarse a una política de estado que en su acción y resultado, ha fracasado. Pero es indubitablemente evidente lo que ha estado pasando, los resultados de este proceso no han sido los mejores y no es precisamente porque el socialismo es malo, ni ninguno de sus postulados, sino sencillamente porque existe una distancia enorme entre lo escrito y lo actuado, entre el dicho y el hecho, entre lo planteado y lo logrado, entre los números del papel y los números de la calle. La revolución en el pensamiento y en el modo de defenderse filosóficamente es realmente maravillosa pero debe ser gestada por ciudadanos que sean irreprochables, inmaculados, intachables y de transparencia ética y moral, que no sean autócratas (es decir que no tomen decisiones unilateralmente) sin consultar al pueblo; definitivamente aquí en este país creo que no hay. Y si los hubiera, estoy casi seguro que no están precisamente en el gobierno, sino en las calles. Y también estoy casi seguro que si éstos llegaran a ser gobierno también se corromperían, porque al fin de cuentas, la degradación moral del ser humano no es un asunto de dinero, ni de estatus social, ni de poder, sino del alma. Muchos de los llamados revolucionarios, nisiquera saben cuál es el significado de esa palabra, lo asumen sólo en el contexto del chavismo, sin tener el más mínimo conocimiento que, en el bloque opositor también existen individuos con profundos pensamientos revolucionarios. Erick Klein Sanabria.
Todos los pensamientos se hacen cada vez más antagónicos, al sistema actual de gobierno. A cada rato un individuo decide pensar en una alternativa diferente, que garantice o que genere un clima de esperanza auténtica. Las piernas de algunos revolucionarios están como “juajuilla en quebrá”, porque sienten que el fin de la revolución está cerca; otros prefieren aferrarse a una política de estado que en su acción y resultado, ha fracasado. Pero es indubitablemente evidente lo que ha estado pasando, los resultados de este proceso no han sido los mejores y no es precisamente porque el socialismo es malo, ni ninguno de sus postulados, sino sencillamente porque existe una distancia enorme entre lo escrito y lo actuado, entre el dicho y el hecho, entre lo planteado y lo logrado, entre los números del papel y los números de la calle. La revolución en el pensamiento y en el modo de defenderse filosóficamente es realmente maravillosa pero debe ser gestada por ciudadanos que sean irreprochables, inmaculados, intachables y de transparencia ética y moral, que no sean autócratas (es decir que no tomen decisiones unilateralmente) sin consultar al pueblo; definitivamente aquí en este país creo que no hay. Y si los hubiera, estoy casi seguro que no están precisamente en el gobierno, sino en las calles. Y también estoy casi seguro que si éstos llegaran a ser gobierno también se corromperían, porque al fin de cuentas, la degradación moral del ser humano no es un asunto de dinero, ni de estatus social, ni de poder, sino del alma. Muchos de los llamados revolucionarios, nisiquera saben cuál es el significado de esa palabra, lo asumen sólo en el contexto del chavismo, sin tener el más mínimo conocimiento que, en el bloque opositor también existen individuos con profundos pensamientos revolucionarios. Erick Klein Sanabria.